"62 Modelo para armar" (1968) Julio Cortázar
Si queremos hablar de libros que jueguen con la forma de narrar (el narrador, el espacio, el tiempo, la causalidad) 62 Modelo para armar es un gran ejemplo. Esta novela tiene una trama que podría denominarse “sencilla”, si quisiéramos exagerar, pero es que la manera en que está contada una historia era lo más importante para Cortázar.
A diferencia de Rayuela, no puede leerse como un puzzle, es decir, saltando capítulos y variando el orden. Sin embargo, si pretendemos insistir con esa idea la podríamos pensar más bien por el lado de la construcción de sentido, que para cada lectorx es distinta. Y es que aquí no hay capítulos, la apuesta es tan lúdica y desafiante que, de una oración a la siguiente, la persona que nos está narrando es otra. Asimismo, pasamos de París a Londrés y a Viena indistinta e inadvertidamente. El tiempo tampoco es lineal.
Entonces su escritura es así, entrecruzada, múltiple. Se mezcla la voz de un personaje (Juan) y la del narrador. Se cambia de la primera persona a tercera, pero sin que eso necesariamente involucre un cambio en el punto de vista. Acompañaremos a Juan en ese desciframiento de algo que se le escapa, sin que por eso él sea el protagonista, pues la novela también sigue a una serie de amigos; la cuestión está en que ese lugar central que tiene Juan podría ser ocupado por cualquiera de los otros personajes.
En fin, me detengo ahí porque espero que recorran por ustedes mismxs estas páginas que, si bien son desafiantes, al final te dejan con esa sensación de satisfacción de un libro que te hace detenerte, retroceder, releer y pensar. Yo lo leí ya dos veces y puedo decir que en ambas lo disfruté mucho, pero en la segunda lectura ya supe que debía tener papel en mano. Sin duda, eso me ayudó mucho a entender mejor y encontrar esa estructura en medio del desorden que parece tener el libro.
Creo, sin embargo, que lo mejor es dejarse llevar, por contradictorio que esto suene, pues las oraciones largas de Cortázar, en mi opinión, son para disfrutar. Y sí, muchas veces aunque no entendía de qué me estaba hablando, al mismo tiempo algo entendía. Por eso fue muy grato llegar al final y ver que todo tiene sentido al final o tal vez no, ya depende de la lectura que elijan hacer y de las pistas que elijan seguir.
Ojalá puedan vivir la aventura por ustedes mismxs. Yo me retiro no sin mencionar que leer al Cortázar cuentista (en Bestiario, por ejemplo) es muy distinto del Cortázar novelista. Y que aún siendo Rayuela una novela al igual que 62, tenemos otro Cortázar, sin por eso dejar de ser él. Ya sé que todo esto suena a trabalenguas pero espero que algo de lo que acaban de leer los incite a perderse entre estas hojas.
Gracias por leer. ¡Hasta la próxima!
-Marjo
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